Un relámpago apenas (de Blas de Otero)


Blas de Otero



Besas como si fueras a comerme.
Besas besos de mar, a dentelladas.
Las manos en mis sienes y abismadas
nuestras miradas. Yo, sin lucha, inerme

 

me declaro vencido, si vencerme
es ver en ti mis manos maniatadas.
Besas besos de Dios. A bocanadas
bebes mi vida. Sorbes. Sin dolerme,

 

tiras de mi raíz, subes mi muerte
a flor de labio. Y luego, mimadora,
la brizas y la rozas con tu beso.

 

Oh Dios, oh Dios, oh Dios, si para verte
bastara un beso, un beso que se llora
después, porque, ¡oh, por qué!, no basta eso.


 

Blas de Otero



Nuevas Rosas Blancas


 



Paseo los recuerdos
por todos los instantes que me siguen
en este día extraño y luctuoso.


Paseo el corazón sin una lágrima
por el brillo del sol que hoy es tuyo,
por la estela irisada de esta unión que prosigue
más allá de la muerte.


-Como entonces
me hace falta sentir que te hago falta-


Paseo y paseo cosas impaseables
e iluminas mis días, mi presente,
mi forma de entender cada tropiezo,
mis incógnitas nuevas,
mi eterna gratitud,
la forma en que el amor me hizo fuerte.


Te acaricio las manos de madre generosa
porque sigue conmigo
la forma en que aprendí a amar la vida
en la cara y la cruz de las vivencias.


Hoy vuelvo a colocar las rosas blancas
por todos los rincones del cariño
volviéndome el florero
que alberga el sentimiento que se quedó a mi lado,


y en este nuevo julio en que sonrío
se me abre el corazón -como otra flor silvestre-
que para tu alegría

ya no sangra.




Rosario Alonso





Último brindis (Nicanor Parra)

 

Nicanor Parra


Lo queramos o no
solo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.

Y ni siquiera tres
porque como dice el filósofo
el ayer es ayer
nos pertenece solo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojó
no se le puede sacar otro pétalo.

Las cartas por jugar
son solamente dos:
el presente y el día de mañana.

Y ni siquiera dos,
porque es un hecho bien establecido
que el presente no existe
sino en la medida en que se hace pasado
y ya pasó…,
como la juventud.

En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana:
yo levanto mi copa
por ese día que no llega nunca,
pero que es lo único
de lo que realmente disponemos.


Nicanor Parra




Me basta así (Ángel González)

 

Ángel González


Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo, mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas…
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.)




Ángel González